Dentro de la oscuridad puedo ver su silueta casi fundida a las
sombras, es casi mágico ver como su cuerpo se mueve lentamente, entre la
penumbra que nos rodea y poder escuchar como lentamente se levanta de la cama,
el sonido de las sabanas que lentamente rozan su piel desnuda y como camina
lentamente hasta el tocador para tomar un cigarrillo encenderlo y lograr ver
por unos instantes la chispa que rodea a sus ojos; llenos de esa esencia tan
felina, tan femenina y tan características de ti. Se acerca de nuevo y termina junto
a mí, con el cigarrillo en la mano puedo ver ligeramente su rostro
transfigurado en la penumbra, su sonrisa, y esa mirada que me vuelve loco, cada
vez que podemos escaparnos de la irreverencia del mundo moderno. Inhala
lentamente la nicotina que consume nuestras insatisfacciones por tener que
retirarnos de ese lugar.
La tomo por los hombros y en un abrazo la regreso a la cama ahí donde aun puedo estar con ella, sin las ataduras tan propias de la sociedad; donde
podemos ser nosotros con toda la franqueza, sin reservaciones de cualquier
clase, el cigarro se resbala de su mano y cae el piso, dejando ver las brazas
del tabaco que lentamente se consume, las brazas que normalmente reavivan el
fuego de algo que posiblemente este por terminar, pero que por el momento me
dan la sensación de nunca terminar y que espero no termine. Los segundos se
vuelven horas, las horas se han vuelto tan irreales, el tiempo simplemente ya
no tiene nada que hacer, puede continuar fluyendo fuera de la habitación; hoy
ya no tiene nada que hacer con nosotros… Simplemente el ahora es un tiempo inmensurable,
realmente nada me interesa más que solo el escuchar su voz diciéndome que me
amas y yo haciéndote sentir que por esta noche nos hemos consumidos, el uno en el otro hasta agotar las fuerzas y
poder sentir la ingravidez de la dopamina que lentamente invade nuestro
torrente sanguíneo.